E los navarrs que viiron lor seinnor empressar, dissons: Barons, anem, nostre seinnor gardar, e moran tuit ab el antz quel laissem forzar. Adoncs viratz tendre balestes de sarrar, e de lanzas ferir e atçonas lanzar, els navarrs en camisas zay e lai salteiar, el sarrazins quel viron nutz assi demenar, disson zo non son per Bafomet, antz par que sion vius diables quasils veden sautar, Quar els notemon mort, ni temon a nafrar, e ges ab aital gentz nos fa bon bataillar, e adoncs comenzeron vas Tunitz atornar, el pros reis de Navarra ab sas gentz ancalzar, si que per mei las portas les neferon entrar, adonc lo rei Tibalt presse a capdelar sas gentz e si lor diss: Barons, tornen gantar, e tuit teneron sen e feron son mandar sestots demoranza.

E lo reu Lodoys que era seinner de Franza anec lo acuillir ab molt dura semblanza e si li dis: Bel filtz, huey mávetz fait pesanza; Quar anc abgent sen fe failliment e enfanza, e si fossas vencutz, vostra fors l erranza, pero ondrada vetz per totz temps vostra lanza, per que es semblanza que totz bes nos enanza, e huaymas no metatz tota l ost en balenza.

El rei Tibalt respos alegre sens doptanza: Seinner en Jeshu Xripst es nostra esperanza. E si nos lui servent, more es ma semblanza e ma fe quel bratz dreit vendre de la balanza, e no i em per dormir, ni per dar beu ananza mas per alzar la fe de cels que es salvanza. Adoncs lo rei franzes per seinnal dámistanza baiset le en la boca ab molt alegranza, dont toltz nagron sabor.

2012/09/27

La Navarra Occidental I


  Hurrengo testua Tomas Urzainquiren "Navarra, sin fronteras impuestas" liburutik hartuta dago, 126. orritialdetik 130. orriraldera arte (seigarren kapituloaren lehenengo ataletik, hain zuzen ere). Bertan, Bizkaiaren jatorriari buruz dauden bertsio ezberdinak aipatzen ditu idazleak eta beretzat logikoena zein den arrazoitzen du. 
  Nafarroako erresumaren mugak babesteko, Nafarroako errege ezberdinek mugan zeuden lurraldeetan euren gorteko konfiantzazko pertsonak ezartzen zituen "tenente" moduan. Gobernadore soil batzuk besterik ez ziren, euren lurrak kudeatu eta etsaien erasoetatik babesteko. Aipatzekoa da titulu hauek ez zirela hereditarioak eta beti Nafarroako erregeren aurrean erantzun beharra zeukatela tituludunek. Horrela zegoen antolatuta Nafar erreinua, eta noski, Bizkaia (Arabaren tenentziaren barruan sartzen zena) eta baita Durangaldea ere.
  Argi geratzen da, beraz, Bizkaia Nafarroa zela, kastillak konkistatu baño lehen (Bizkaitar tenente baten traizioaren ondorioz).

      Del mito de Jaun Zuria y de la realidad del traidor Eneko Lupiz, primer 
      señor de Vizcaya.

(…) La lucha de los vascones contra las incursiones del poder tradición goda de leoneses y asturianos, está probada documentalmente, así como con referencia a los alaveses. En este contexto, la batalla de Arrigorriaga pudo ser posible hacia el año 870 contra el rey de Asturias Alfonso III. Según las creaciones míticas posteriores, los vizcaínos, victoriosos y ayudados por los durangueses, nombraron con esa ocasión al primer señor de Vizcaya, a Jaun Zuria. Este falso escrito se dio a conocer en 1620, al parecer, por don Lorenzo Ramírez del Prado, pero se ha comprobado que se trata de una invención del jesuita Jerónimo Román de la Higuera, quien tomo de Lope García de Salazar el nombre de Jaun Zuria. Éste, habría sido hijo de una princesa escocesa desembarcada en Mundaka y de un «duende-casa», hermano desterrado de un rey de Inglaterra.
El historiador Gurrutxaga, tras estudiar esta versión legendaria, concluye que sus personajes son históricos. Según él, y a tenor de la genealogía de Lope García de Salazar, la princesa de Escocia corresponde a la princesa Navarra Belasquita, hija de Sancho I y de la reina Toda –como lo indica el Códice de Roda-. Y según la genealogía del conde Barcelós, portugués, el «duende-casa» que la fecundó habría sido el primer señor de Vizcaya, que no es otro que el navarro Fortún Galindones, tenente de Nájera y tercer esposo de la princesa Belasquita, según nos descrubre el mismo Códice de Roda.
El afán genealogista de dar antecedentes ilustres y exóticos a las familias gobernantes, unido al juego de la etimologías, convirtió a Belasquita o Belascota (Bela-Scota) en princesa escocesa, al conde Mome (en euskara momo, «fantasma») en «duende-casa», y a Fortún Galindones (viendo en Galindones la raíz galen o galense, de Gales) en príncipe galés.
En realidad, el primer «conde de Vizcaya» que aparece en la historia es Eneko Lúpiz, un tenente Navarro –señor sin jurisdicción ni dominio feudal-. Lo fue en el reinado de Sancho III el Mayor, y aparece citado en un documento del año 1033.
En 1050, el rey de Pamplona donó un término de La Rioja al monasterio de San Millán de Yuso, y el documento de donación lo firman el rey de Pamplona, García de Nájera, junto con otros señores navarros, entre los que se encuentran el conde de Álava, Munio Muñoz, y el conde de Vizcaya, Eneko Lúpiz, en realidad tenentes.
En 1051 Eneko Lúpiz donó Santa María de Izpea y su decanía de Bereizi, en Busturia, contando el documento de donación con la confirmación del rey de Pamplona, García el de Nájera, y la del obispo de Álava. También en 1051, el mismo rey de Pamplona ordenó respetar a los señores laicos la libertad de los monasterios vizcaínos, contando el documento con el testimonio del mismo conde Navarra Eneko Lúpiz.
En 1052, García el de Nájera donó el patronato y diezmos de Santa María de Barrika al monasterio de Santa María de Nájera, confirmando el documento el tenente navarro Eneko Lúpiz.
En 1053, Eneko Lúpiz y su mujer doña Toda donaron a San Juan de la Peña varias propiedades en San Juan del Castillo (Bakio), así como el lugar de Erkoreka, en el término de Bermeo.
También se ve a Eneko Lúpiz, con el título personal de conde en Vizcaya, confirmar otras escrituras reales del Reino, como las donaciones relativas del Valle de Salazar y de las cercanías de Pamplona.
En 1070, Mome Munuz donó bienes en Mundaka al monasterio de San Juan de la Peña, reinando el rey de Pamplona Sancho IV el de Peñalén; confirmaron la donación los obispos del Reino, Fortunioo de Araba y Bizkaia, y Belasio de Pamplona.
En 1072, el rey Sancho IV el de Peñalén donó el monasterio de Iurreta al monasterio de San Millán, confirmándolo los señores y obispos del Reino.
En 1075 hubo una transacción entre el abad de San Millán y el de Abadiano sobre la posesión del lugar de Arandia (en Iurreta). Se hizo el pacto de modo que quien lo rompiera pechara al Rey de Pamplona, Sancho IV el de Peñalén, la cantidad de 500 sueldos.
El mismo año de 1075, Lope Sangiz donó al monasterio de San Millán varias iglesias alavesas y vizcaínas, con la confirmación del rey de Pamplona Sancho IV y la firma de tres obispos del Reino –los de Pamplona, Nájera y Armentia-, dos abades y varios señores, figurando entre ellos el señor de Gipuzkoa.

Sancho IV el de Peñalén

En 1076, instigados por Castilla, los hermanos del rey Sancho IV le asesinaron en Peñalén, tratando de sucederle en el trono. El reino los repudió y se refugiaron en Castilla. Alfonso IV de Castilla invadió el reino mientras Sancho Ramírez fue llamado por los navarros para coronarlo Rey en Pamplona y echar al castellano. De momento, el occidente del Reino, menos San Sebastián, quedo ocupado por Castilla, y el resto siguió como reino unido con Aragón. No mucho después, murió el conde Eneko de Vizcaya y el rey de Castilla desposeyó a los suyos de Nájera. A cambio, le dieron a su hijo y sucesor, Lope, el dominio del Duranguesado, Álava y parte de Guipúzcoa, es decir la Navarra marítima, excluyéndose La Rioja. El asesinado Sancho IV, llamado desde entonces «el de Peñalén», se titulaba en sus documentos «reinante en Pamplona, Nájera, Álava y Vizcaya».

Duranguesado


No podemos penetrar en las intenciones que Eneko Lúpiz y su familia abrigaron al abrir al castellano las puertas de Navarra en La Rioja, cuya custodia les habría sido confiada por su rey Sancho IV, ni sabemos si habían tomado parte en la conspiración que le costó la vida a éste; pero como confirma Anacleto Ortueta, conocemos las consecuencias que se derivaron de su proceder, que para Navarra significaron la ruptura temporal de su unidad plítica y cultural, y para Castilla la incorporación circunstancial del territorio de la actual La Rioja. También, la preparación de la conquista de Álava, Vizcaya y Gipuzkoa, pues todo el siglo XII siguieron formando parte del reino de Navarra.
A Lope Iñiguez, le supuso la adquisición del señorío de Haro a título hereditario para sus sucesores, y tras la conquista de 1200, la creación en Vizcaya de un señorío jurisdiccional hereditario. En premio a su conducta, recibió también los señoríos de Álava y Guipúzcoa, aunque su familia no consiguió mantenerse en ellos.
Para poder juzgar esta conducta es necesario conocer los motivos por los que estaban al frente de esas estratégicas fortalezas. Hemos visto que Eneko Lúpiz, conocido como primer señor de Vizcaya, se le tiene por hijo de un Lope Íñiguez, tenente de Navarra, que figura en el año 996 como caballerizo mayor del rey de Pamplona, García IV el Tembloroso. En 1001 aparece como «Botiller» del rey de Pamplona, Sancho III el Mayor, cargo que seguía ostentando en 1011. En 1015 se le ve en la corte de Sancho III el Mayor, como tenente en Marañón, y en 1020 sigue ostentando el título de Botiller. Se le ve en la misma corte en los años 1023 y 1024, lo mismo que en 1031 como tenente en Azagra, y en 1032 como tenente en Arrosta (Ruesta). Nunca aparece con el título de señor de Vizcaya. Aunque, en realidad, el significado que tenía en Navarra el término «señor», era el de gobernador o tenente de plazas y territorios, un cargo público a disposición del Rey, que no era hereditario.

Sancho III El Mayor

Continúa relatando Anacleto Ortueta que Eneko Lúpiz figura en la corte de Pamplona desde 1033, donde firma como «Conde Eneko López de Vizkaya» en una escritura que Sancho III el Mayor de Navarra extiende en Oña. En 1042 figura como «Eneko Lúpiz de Vizkaya Maestrasala», y en 1043 como «D. Eneko López de Bizkaya», lo mismo que en 1046, 1047 y en 1050, siempre en la corte de Navarra. También siguió figurando después de la muerte del rey de Pamplona García el de Nájera. En 1058 y 1071 aparece, sin título alguno, como «Eneko López»; en 1072 lo hace como señor de Nájera y señor de Vizcaya; en 1073 como señor de Nájera y Bilibio, y en 1075 como señor de Vizcaya y Nájera.
A su hijo Lope Íñiguez, después de señor de Vizcaya, se le ve en la corte del Rey de Pamplona desde 1057. En 1063 y en 1066 lleva el empleo de «Ofertor», y en 1075 y 1076 el de «Caballerizo Mayor». En este año figura como señor de Bilibio.
Los otros hijos de Eneko López, don García, don Galindo y don Fortuño, figuran también en la corte de Navarra en puestos principales, y al último –después de que don Lope se enajenó de Navarra- se le ve con el cargo de Alférez Real de Sancho Ramírez, rey de Pamlona y Aragón, hasta su muerte en 1089. El mismo cargo lo había desempeñado ya en los últimos años de Sancho IV el de Peñalén.
Eneko López murió al poco tiempo de la entrada de los castellanos en el actual territorio de La Rioja, pero parece que fue testigo y actor principal en ella, pues en el año 1076, llamándose por la gracia de Dios conde de Vizcaya, hacía donación a San Millán de la villa de Camprobin, diciendo «compré del rey Sancho [el de Peñalén] mi señor». No dice tener gobierno en Nájera, y como la escritura calenda «Reinando en toda España el rey D. ALfonso», parece que fue hecha antes de la ocupación de La Rioja por éste. Entonces, España comenzaba al Sur de los montes de Oca.
Según Ancleto Ortueta, Labayru califica el proceder de Lope Íñiguez de «ejemplo altamente político», ofuscado por un mal entendido vizcainismo, y que su opinión de que lo hizo para «salvar la independencia civil de su señorío de Vizcaya» obedece a un juicio anacrónico. En otra valoración sobre el mismo Lope Íñiguez y su suegro, dice Labayru que: 
«con la discreta mira de evitar una sangrienta colisión civil en aquellas circustancias en que no era posible reconstituir el reino que se quedó inesperadamente sin jefe, y con dos poderosos ejércitos de ocupación que se derramaron apoderándose de la tierra, ya se habían presentado a tiempo a D. Alfonso reconociéndole Soberano por el momento […] D. Lope Íñiguez y su suegro siguieron ocupando los mismos puestos militares de antes». 
Sin embargo, Labayru comprende toda la trascendencia que para Navarra tuvo la traidora actuación de Eneko Lúpiz y su hijo Lope Íñiguez, y que ella fue iniciadora de su ruina, pues así lo expresa claramente en su Historia de Vizcaya (tomo II, cap. VI): 
«D. Fortunio Íñiguez siguió en Navarra, y Lope Íñiguez se adhirió a Castilla. Sagazmente se condujo este último, pues así salvó la independencia de su señorío de Vizcaya, y con esto consiguió D. Alfonso el alto poder en Álava y Guipúzcoa. Sin que estas tierras perdiesen su vida política, su libertad civil, sus caballeros pasaron a prestar al castellano el servicio que antes dieron a los monarcas de Pamplona. Sin embargo, hay que tener presente que, desde este suceso de 1076, empezaron los estados vascos a sufrir ataques en su independencia». 
Labayru pretende convertir la conquista y dominación feudal de Vizcaya en la salvación de la independencia y en el respeto de los derechos civiles, cuando fue todo lo contrario.
El tenete de Nájera era un cargo de gran responsabilidad, por la importancia de dicha ciudad y su comarca, al ser plaza fuerte principal frente a Castilla. Esta tenencia, que requería toda la confianza del rey de Navarra, le había sido conferida a Eneko Lúpiz hacía pocos años, lo mismo que la fortaleza de Bilibio, llave de La Rioja, que fue confiada a su hijo Lope Íñiguez en 1076. El suegro de éste también tenía las tenencias de Montes de Oca y Pedroso. Se ve, pues, que la posibilidad de que Alfonso VI de Castilla pudiera apoderarse de parte del territorio de la actual La Rioja dependió de ellos.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario